4. El siglo de oro en España
Gran parte del siglo XVII, incluso el último tercio del siglo anterior, fue un momento esplendoroso para la cultura en España. La literatura contó con figuras como Cervantes, autor de El Quijote; Quevedo, representante del conceptismo; Góngora, representante del culteranismo, y autores teatrales como Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca.Narciso Tomé será un excelente retablista y decorador, además de arquitecto. Su obra de mayor significación será el Transparente de la catedral de Toledo, donde queda evidenciada la conjunción entre pintura, escultura y arquitectura.
En Andalucía hubo una mayor inclinación a las formas barrocas y siguiendo esos trazados se construyeron las fachadas de las catedrales de Granada por Alonso Cano, la de Cádiz, obra de Vicente Acero y el sagrario de la Cartuja granadina, realizado por Francisco Hurtado Izquierdo.
La escultura fue predominantemente religiosa. Tuvo además un alto sentido emocional y didáctico, siguiendo las normas del Concilio de Trento. Esa religiosidad iba a expresarse a través de la imaginería, muy utilizada en procesiones y retablos.
Los materiales utilizados fueron baratos, con preferencia la madera, aunque las obras adquirieron un intenso realismo con la policromía.
Hubo dos centros artísticos: Castilla (Valladolid) y Andalucía.
Gregorio Fernández es el representante del foco castellano. Su estilo fue muy realista, perfeccionista (en la anatomía de los cuerpos) y dramático, especialmente en sus Cristos yacentes. Está considerado como un gran maestro de la policromía.
Juan Martínez Montañés, Alonso Cano y Pedro de Mena son los representantes más célebres del foco andaluz. Ejercitaron un estilo realista, sensual y colorista, conseguido a través de la técnica del stofado.
-Sevilla, donde trabajaron Murillo, Zurbarán y Velázquez
-Granada donde Alonso Cano tuvo el taller
-Madrid, que contó con pintores como Velázquez, Carreño de Miranda y Claudio Coello.
Se formó como pintor en el taller sevillano de Francisco Pacheco. Entonces era un pintor que cultivaba el naturalismo, la amplitud de tonalidades, unos rasgos que quedan evidenciados en sus bodegones y la pintura de personajes de la calle. De entonces fueron La vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla.
En 1623 fue nombrado pintor de la corte de Felipe IV. En Madrid conoció a Rubens, quien influyó mucho en su pintura. En su condición de pintor de cámara del rey realizó numerosos retratos de la familia real (Felipe IV, Infanta Margarita, Conde-duque de Olivares), cuadros religiosos (Cristo crucificado), cuadros de historia (La rendición de Breda) y mitológicos (Los Borrachos). Pero también le permitió realizar numerosos retratos de bufones y personajes de la corte (Calabacillas, Sebastián de Morra).
Esto además le permitió ir a estudiar, en dos viajes a Italia, las técnicas de los grandes maestros, como Veronés y Tiziano. De estos viajes a Italia serían cuadros como, La fragua de Vulcano o los Paisajes de la Villa Medici.
En su etapa final, asentado en la Corte, encontramos cuadros muy famosos como La Venus del espejo, Las Meninas o Las Hilanderas.

























