Tema 1. La Alta Edad
Media. Los reinos germánicos. El islam. El
feudalismo.
En
esta unidad vamos a estudiar un amplio periodo de la
Historia, el comienzo de la Edad Media tras la
caída del Imperio romano, conocido
como la Alta Edad Media. Durante
este periodo, tres grandes civilizaciones convivirán en el tiempo:
1. Imperio Bizantino: Tras la división del Imperio
romano, en la parte oriental se desarrollará el Imperio
Bizantino, que perdurará durante siglos como una de las civilizaciones
más influyentes de la época.
2. Pueblos germánicos: En la parte occidental, surgirán
los pueblos germánicos, destacando
los visigodos en España y el Imperio carolingio en el centro de Europa. Estas nuevas
estructuras políticas darán forma a
gran parte del paisaje medieval en Europa.
3. Islam: En este mismo periodo, se producirá el nacimiento y expansión del islam, una nueva religión que, con
el tiempo, adquirirá una gran importancia, no solo en el ámbito religioso, sino
también en lo político y cultural.
Además
de estas civilizaciones, analizaremos el fenómeno del feudalismo, que introducirá una nueva organización
política, económica y social que dominará todo el periodo de la
Edad Media. El feudalismo tendrá repercusiones profundas, influyendo en la
estructura de poder y sociedad, y no se erradicará completamente hasta la Edad Contemporánea.
1.
Concepto de Edad Media
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¿Cuáles el concepto de Edad Media?
La
caída del Imperio Romano de Occidente en manos de
los pueblos germánicos marcó un cambio tan radical
que a partir de este momento se inicia un nuevo periodo histórico: la Edad Media.
Esta etapa se caracteriza por la ruralización de la sociedad, en contraste con la importancia que tuvieron las
ciudades en el mundo romano. Este fenómeno crea un ambiente de inseguridad, lo que llevará a establecer relaciones personales de dependencia entre señores y vasallos, constituyendo una de las bases
fundamentales del periodo.
Podemos decir que la Edad Media finaliza con grandes transformaciones que ocurren desde mediados del siglo XV, como la invención de la imprenta y el descubrimiento de América, eventos que cambiarán profundamente la concepción del mundo y marcarán el inicio de la Edad Moderna.
1.1.
Etapas
¿Cuáles son las etapas de la Edad Media?
Podemos hablar
de dos etapas clave en la Edad Media:
1. Alta Edad Media (siglos V al X): Esta etapa se
caracteriza por un intenso cambio cultural y una continua lucha de poder, donde
los reinos germánicos, con el Imperio carolingio a la cabeza, y el Imperio
bizantino adquirieron gran protagonismo en toda Europa. Un hecho
trascendental durante este periodo fue la
expansión del islam, que afectó
significativamente a España, dando origen a Al- Andalus, una región
que vivió momentos de gran esplendor, especialmente durante el Califato de Córdoba.
2. Baja Edad Media (siglos XI al XV): Esta etapa
destaca por la revitalización de las
ciudades, las cruzadas, el nacimiento de la burguesía, la creación y expansión de la Universidad, el parlamentarismo, y una
serie de reformas monásticas y innovaciones religiosas en lo dogmático y devocional. Dentro
de este periodo, muchos autores distinguen entre la Plena Edad
Media (siglos XI al XIII) y la crisis de
la Edad Media (siglos XIV y XV), marcados por profundos cambios y crisis
sociales, económicas y religiosas.
2.
Caída del Imperio romano
y el Imperio bizantino
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¿Cómo fue la caída del Imperio
romano y el Imperio bizantino?
Los romanos
habían conquistado un gran imperio en
torno al Mediterráneo. En el 395, el emperador Teodosio lo dividió
en dos partes para mejorar su defensa: el Imperio
romano de Occidente, con capital en
Roma, y el Imperio romano de Oriente, con
capital en Bizancio. Desde
entonces, cada parte siguió una evolución diferente:
El Imperio de Occidente
desapareció en el año 476 a manos de
los pueblos germánicos.
El Imperio de Oriente, conocido más tarde como Imperio Bizantino, se mantuvo hasta 1453
en el Mediterráneo oriental.
El Imperio bizantino toma su nombre
de su capital,
Constantinopla, más tarde conocida
como Bizancio.
Durante el reinado de Justiniano (527-565),
el imperio alcanzó su máximo esplendor,
controlando gran parte de los territorios del antiguo Imperio Romano, incluidos
territorios del sur de la Península Ibérica.
En
el siglo VII, los musulmanes conquistaron
diversas provincias, reduciendo el imperio a Asia Menor y el área de
los Balcanes. Desde mediados del siglo XI, el imperio fue perdiendo territorios frente a los normandos, búlgaros y turcos. Estos últimos conquistaron Constantinopla en 1453, lo que
marcó el fin del Imperio bizantino.
La organización política del
imperio se centraba
en el emperador (basileus), quien concentraba todo el poder:
dirigía la administración, el ejército y también intervenía en los asuntos de la Iglesia.
La
Iglesia bizantina tuvo gran
influencia, pues coronaba al emperador, poseía grandes propiedades y controlaba espiritualmente a la
sociedad. Se enfrentó a dos problemas principales:
Las luchas
iconoclastas: enfrentaron a los emperadores iconoclastas, que
prohibieron el culto a las imágenes
religiosas, con los monjes. Al final, la presión de los monjes y el pueblo
impuso el culto a las imágenes.
La rivalidad
con el Papa de Roma: en 1054, esto desembocó en la separación entre las
iglesias oriental y occidental (Cisma de Oriente). Desde
entonces, la iglesia oriental pasó a denominarse Iglesia Ortodoxa.
3.
Los reinos germánicos
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¿Qué son los reinos
germánicos?
Mientras
el Imperio bizantino florecía en
el Imperio romano de Oriente, el Imperio de Occidente fue conquistado por diversos pueblos
procedentes del centro de Europa. Estos grupos se apoderaron de diferentes
territorios europeos, destacando entre ellos los francos en Francia,
cuyo dominio culminó con el reinado
de Carlomagno, y los visigodos, quienes terminaron controlando la Península Ibérica.
3.1.
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Expansión de los reinos germánicos. El Imperio carolingio
¿Cómo fue la expansión de los reinos
germánicos?
Desde
principios del siglo V, en el territorio del Imperio
Romano de Occidente se establecieron diversos pueblos germánicos. Cuando el último emperador romano fue destronado en
el año 476, surgieron varios reinos dominados
por estos pueblos, conocidos como reinos germánicos:
En Italia se asentaron los ostrogodos y los lombardos.
En
la Galia (actual Francia), los francos y
los burgundios.
En Hispania (España),
los visigodos y los suevos.
En
Britania (Inglaterra), los anglos y los sajones.
En el norte de África, los vándalos.
Aunque inicialmente los pueblos germánicos impusieron su cultura,
considerada inferior a la romana, pronto comenzaron a asimilar
muchos aspectos de esta. Adoptaron el cristianismo
como religión y el latín como
lengua, lo que permitió que la cultura de estos reinos fuese una continuación empobrecida de la
romana.
La
economía también se deterioró, enfocándose casi exclusivamente en la agricultura y la ganadería. El comercio
disminuyó debido a la falta de productos y las continuas guerras entre los reinos
germánicos, lo que condujo a la ruralización
de Europa Occidental.
Entre
todos estos reinos, destacó el Reino de los Francos en la Galia,
que abarcaba no solo el territorio de la
actual Francia, sino también partes de Italia, Suiza, Alemania, Bélgica y Holanda.
3.2.
Los reinos germánicos en la Península
Ibérica. Los visigodos
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¿Cómo fueron
los reinos germánicos en la Península Ibérica?
Después de
la desaparición del Imperio romano de Occidente, en la Península Ibérica se produjo un vacío de poder. En el
oeste y noroeste, se encontraba el reino de los suevos, con su
capital en Braga, junto con
el territorio independiente de los vascones. Con el paso del tiempo, este vacío dejado por
Roma fue cubierto por el reino de los visigodos, cuya
capital, desde el siglo VI, fue Toledo.
Los visigodos estaban muy romanizados debido al tiempo que llevaban asentados en el Imperio y por su
colaboración constante con Roma, tras un pacto que les concedía tierras en el
sur de Europa a cambio de su ayuda para expulsar a los suevos,
vándalos y alanos
de las tierras imperiales.
A pesar de que los
visigodos no eran católicos, sino arrianos, y su número
era reducido (no más de trescientas mil personas), ocuparon
cargos en la Administración, mientras
que los hispanorromanos católicos sumaban unos
cuatro millones.
La unificación social y jurídica entre
las dos poblaciones fue lenta debido a las importantes diferencias religiosas y
legales. Los visigodos practicaban el arrianismo y prohibían el matrimonio
mixto con los hispanorromanos católicos.
El
primer paso hacia la unificación religiosa lo dio el
rey Recaredo, quien se convirtió al
catolicismo en el Tercer Concilio de Toledo (589). Esta
conversión fue más una medida política que
religiosa, ya que no lograron atraer a la población a la fe arriana.
La
segunda medida, y la más definitiva, fue la unificación
jurídica realizada por el rey Recesvinto en el año 654, con la recopilación de leyes en el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo, que a
partir de entonces se aplicó a toda la población por igual, excepto al pueblo judío, que continuó sufriendo discriminaciones
y represiones.
El régimen de gobierno de los visigodos era una monarquía electiva, donde el rey era
elegido por los nobles y,
tras su conversión al catolicismo, también por los prelados.
Aunque las funciones del rey eran amplias, su poder estaba limitado por los nobles.
En cuanto a la administración
territorial, los visigodos respetaron la división provincial romana, pero con
el tiempo establecieron circunscripciones más pequeñas
bajo la autoridad de un conde o un juez.
En
términos de economía,
mantuvieron las tendencias económicas del Bajo
Imperio romano: ruralización, latifundismo y una economía cerrada.
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