miércoles, 17 de septiembre de 2025

Miércoles, 17 de septiembre. Clase 1

 

Tema 1. La Alta Edad Media. Los reinos germánicos. El islam. El feudalismo.

En esta unidad vamos a estudiar un amplio periodo de la Historia, el comienzo de la Edad Media tras la caída del Imperio romano, conocido como la Alta Edad Media. Durante este periodo, tres grandes civilizaciones convivirán en el tiempo:

1.  Imperio Bizantino: Tras la división del Imperio romano, en la parte oriental se desarrollará el Imperio Bizantino, que perdurará durante siglos como una de las civilizaciones más influyentes de la época.

2.  Pueblos germánicos: En la parte occidental, surgirán los pueblos germánicos, destacando los visigodos en España y el Imperio carolingio en el centro de Europa. Estas nuevas estructuras políticas darán forma a gran parte del paisaje medieval en Europa.

3.  Islam: En este mismo periodo, se producirá el nacimiento y expansión del islam, una nueva religión que, con el tiempo, adquirirá una gran importancia, no solo en el ámbito religioso, sino también en lo político y cultural.

Además de estas civilizaciones, analizaremos el fenómeno del feudalismo, que introducirá una nueva organización política, económica y social que dominará todo el periodo de la Edad Media. El feudalismo tendrá repercusiones profundas, influyendo en la estructura de poder y sociedad, y no se erradicará completamente hasta la Edad Contemporánea.

1.       
Concepto de Edad Media


¿Cuáles el concepto de Edad Media?

La caída del Imperio Romano de Occidente en manos de los pueblos germánicos marcó un cambio tan radical que a partir de este momento se inicia un nuevo periodo histórico: la Edad Media.

Esta etapa se caracteriza por la ruralización de la sociedad, en contraste con la importancia que tuvieron las ciudades en el mundo romano. Este fenómeno crea un ambiente de inseguridad, lo que llevará a establecer relaciones personales de dependencia entre señores y vasallos, constituyendo una de las bases fundamentales del periodo.

Podemos decir que la Edad Media finaliza con grandes transformaciones que ocurren desde mediados del siglo XV, como la invención de la imprenta y el descubrimiento de América, eventos que cambiarán profundamente la concepción del mundo y marcarán el inicio de la Edad Moderna.


1.1.            Etapas


¿Cuáles son las etapas de la Edad Media?

Podemos hablar de dos etapas clave en la Edad Media:

1.  Alta Edad Media (siglos V al X): Esta etapa se caracteriza por un intenso cambio cultural y una continua lucha de poder, donde los reinos germánicos, con el Imperio carolingio a la cabeza, y el Imperio bizantino adquirieron gran protagonismo en toda Europa. Un hecho trascendental  durante  este  periodo  fue  la

expansión del islam, que afectó significativamente a España, dando origen a Al- Andalus, una región que vivió momentos de gran esplendor, especialmente durante el Califato de Córdoba.

2.  Baja Edad Media (siglos XI al XV): Esta etapa destaca por la revitalización de las ciudades, las cruzadas, el nacimiento de la burguesía, la creación y expansión de la Universidad, el parlamentarismo, y una serie de reformas monásticas y innovaciones religiosas en lo dogmático y devocional. Dentro de este periodo, muchos autores distinguen entre la Plena Edad Media (siglos XI al XIII) y la crisis de la Edad Media (siglos XIV y XV), marcados por profundos cambios y crisis sociales, económicas y religiosas.







2.        Caída del Imperio romano y el Imperio bizantino


¿Cómo fue la caída del Imperio romano y el Imperio bizantino?

Los romanos habían conquistado un gran imperio en torno al Mediterráneo. En el 395, el emperador Teodosio lo dividió en dos partes para mejorar su defensa: el Imperio romano de Occidente, con capital en Roma, y el Imperio romano de Oriente, con capital en Bizancio. Desde entonces, cada parte siguió una evolución diferente:

 El Imperio de Occidente desapareció en el año 476 a manos de los pueblos germánicos.

 El Imperio de Oriente, conocido más tarde como Imperio Bizantino, se mantuvo hasta 1453

en el Mediterráneo oriental.


El Imperio bizantino toma su nombre de su capital,

Constantinopla, más tarde conocida como Bizancio.

Durante el reinado de Justiniano (527-565), el imperio alcanzó su máximo esplendor, controlando gran parte de los territorios del antiguo Imperio Romano, incluidos territorios del sur de la Península Ibérica.

En el siglo VII, los musulmanes conquistaron diversas provincias, reduciendo el imperio a Asia Menor y el área de los Balcanes. Desde mediados del siglo XI, el imperio fue perdiendo territorios frente a los normandos, búlgaros y turcos. Estos últimos conquistaron Constantinopla en 1453, lo que marcó el fin del Imperio bizantino.

La organización política del imperio se centraba en el emperador (basileus), quien concentraba todo el poder: dirigía la administración, el ejército y también intervenía en los asuntos de la Iglesia.

La Iglesia bizantina tuvo gran influencia, pues coronaba al emperador, poseía grandes propiedades y controlaba espiritualmente a la sociedad. Se enfrentó a dos problemas principales:

 Las luchas iconoclastas: enfrentaron a los emperadores iconoclastas, que prohibieron el culto a las imágenes religiosas, con los monjes. Al final, la presión de los monjes y el pueblo impuso el culto a las imágenes.

 La rivalidad con el Papa de Roma: en 1054, esto desembocó en la separación entre las iglesias oriental y occidental (Cisma de Oriente). Desde entonces, la iglesia oriental pasó a denominarse Iglesia Ortodoxa.


3.       
Los reinos germánicos


 

¿Qué son los reinos germánicos?



Mientras el Imperio bizantino florecía en el Imperio romano de Oriente, el Imperio de Occidente fue conquistado por diversos pueblos procedentes del centro de Europa. Estos grupos se apoderaron de diferentes territorios europeos, destacando entre ellos los francos en Francia, cuyo dominio culminó con el reinado de Carlomagno, y los visigodos, quienes terminaron controlando la Península Ibérica.

3.1.           

Expansión de los reinos germánicos. El Imperio carolingio

¿Cómo fue la expansión de los reinos germánicos?

Desde principios del siglo V, en el territorio del Imperio Romano de Occidente se establecieron diversos pueblos germánicos. Cuando el último emperador romano fue destronado en el año 476, surgieron varios reinos dominados por estos pueblos, conocidos como reinos germánicos:

  En Italia se asentaron los ostrogodos y los lombardos.

 En la Galia (actual Francia), los francos y los burgundios.  En Hispania (España), los visigodos y los suevos.

 En Britania (Inglaterra), los anglos y los sajones.  En el norte de África, los vándalos.

Aunque inicialmente los pueblos germánicos impusieron su cultura, considerada inferior a la romana, pronto comenzaron a asimilar muchos aspectos de esta. Adoptaron el cristianismo como religión y el latín como lengua, lo que permitió que la cultura de estos reinos fuese una continuación empobrecida de la romana.


La economía también se deterioró, enfocándose casi exclusivamente en la agricultura y la ganadería. El comercio disminuyó debido a la falta de productos y las continuas guerras entre los reinos germánicos, lo que condujo a la ruralización de Europa Occidental.

Entre todos estos reinos, destacó el Reino de los Francos en la Galia, que abarcaba no solo el territorio de la actual Francia, sino también partes de Italia, Suiza, Alemania, Bélgica y Holanda.


3.2.            Los reinos germánicos en la Península Ibérica. Los visigodos


¿Cómo fueron los reinos germánicos en la Península Ibérica?


Después de la desaparición del Imperio romano de Occidente, en la Península Ibérica se produjo un vacío de poder. En el oeste y noroeste, se encontraba el reino de los suevos, con su capital en Braga, junto con el territorio independiente de los vascones. Con el paso del tiempo, este vacío dejado por Roma fue cubierto por el reino de los visigodos, cuya capital, desde el siglo VI, fue Toledo.

Los visigodos estaban muy romanizados debido al tiempo que llevaban asentados en el Imperio y por su colaboración constante con Roma, tras un pacto que les concedía tierras en el sur de Europa a cambio de su ayuda para expulsar a los suevos, vándalos y alanos de las tierras imperiales.


A pesar de que los visigodos no eran católicos, sino arrianos, y su número era reducido (no más de trescientas mil personas), ocuparon cargos en la Administración, mientras que los hispanorromanos católicos sumaban unos cuatro millones.

La unificación social y jurídica entre las dos poblaciones fue lenta debido a las importantes diferencias religiosas y legales. Los visigodos practicaban el arrianismo y prohibían el matrimonio mixto con los hispanorromanos católicos.

El primer paso hacia la unificación religiosa lo dio el rey Recaredo, quien se convirtió al catolicismo en el Tercer Concilio de Toledo (589). Esta conversión fue más una medida política que religiosa, ya que no lograron atraer a la población a la fe arriana.

La segunda medida, y la más definitiva, fue la unificación jurídica realizada por el rey Recesvinto en el año 654, con la recopilación de leyes en el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo, que a partir de entonces se aplicó a toda la población por igual, excepto al pueblo judío, que continuó sufriendo discriminaciones y represiones.

El régimen de gobierno de los visigodos era una monarquía electiva, donde el rey era

elegido por los nobles y, tras su conversión al catolicismo, también por los prelados. Aunque las funciones del rey eran amplias, su poder estaba limitado por los nobles.

En cuanto a la administración territorial, los visigodos respetaron la división provincial romana, pero con el tiempo establecieron circunscripciones más pequeñas bajo la autoridad de un conde o un juez.

En términos de economía, mantuvieron las tendencias económicas del Bajo Imperio romano: ruralización, latifundismo y una economía cerrada.




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